La Influencia del Ritmo y Entonación de la Voz en el Proceso de Aprendizaje

Es común el recuerdo de algún profesor cuya voz inducía al sueño, por el contrario, aquel que despertaba inmediatamente el interés de los estudiantes y generaba la percepción de mayor fluidez en la clase. Había clases donde se notaba una participación genuina de los estudiantes y otras donde solo reaccionaban a la sobrecarga de estímulos informativos.

Pero ¿Qué causaba este suceso? ¿Era el maestro? ¿Era la materia? O era la forma de transmitir el mensaje. Analizando diversos apuntes, recuerdos y ponencias tanto personales o referenciados, la mayoría tienen algo en común. Son el centro de atención de un tema informativo y el lenguaje que deciden usar. Muchos de ellos de forma autónoma o previamente planeada. Y me di cuenta de que los casos de mayor éxito en clases y ponencias son la suma de varios matices del lenguaje.

La prosodia, es el conjunto de características que le dan un ritmo, melodía y expresión al lenguaje oral. Sus componentes principales son: La entonación, el ritmo, el acento y las pausas. Los aspectos melódicos y rítmicos facilitan la comprensión del mensaje, de las emociones que transmiten y la organización de esta información.

El proceso de aprendizaje depende de distintos sistemas neurocognitivos que se relacionan entre sí. Dentro de estas funciones se encuentran dos principales: la atención y la memoria.

La atención es un mecanismo que permite al cerebro procesar información relevante e ignorar la que se considera irrelevante, esta selección sirve para garantizar la comprensión de lo que se considera como prioritario por su utilidad o características atractivas.

Este mecanismo es muy importante en el proceso de aprendizaje, ya que es el precursor de otras funciones de la cognición como la codificación, la consolidación y al almacenamiento del mensaje.

Por otro lado, la memoria, es una función vital del cerebro, y su participación en el aprendizaje es muy relevante. Si un conocimiento fue adquirido de forma significativa, el trabajo de las distintas estructuras neuronales relacionadas con la memoria permitirá que se pueda acceder a esa información en distintos momentos de la vida y hacer uso de ella cuando sea requerida.

De acuerdo con distintas investigaciones el tono de voz y sus variaciones durante la emisión de un mensaje puede estimular tanto a la atención como a la memoria, mostrando una mayor activación del sistema nervioso a diferencia de las voces sin variaciones de tono.

En un estudio realizado en La Universidad de Oxford se demostró que una prosodia basada en variaciones de entonación pausas y acentos, mejoraba la retención de los participantes, recordando más palabras y mejorando su comprensión.

Los autores concluyeron que las pausas y acentos son clave en la organización de la información, facilitando su codificación y recuperación.

El aprendizaje depende a su vez de los cinco sentidos con los que se reconoce el mundo exterior, siendo el auditivo uno de los más sensibles en este proceso.

El aprendizaje auditivo le da un peso a la importancia que tienen los elementos prosódicos en el desarrollo de una relación pedagógica efectiva.

La prosodia no solo cumple con funciones estéticas o atractivas para el oyente, sino también para la cognición, al inducir la atención, comprensión y retención de la información.

El agrupamiento de la información es un proceso cognitivo que facilita el almacenamiento en la memoria al segmentar y organiza la información, funciones altamente relacionadas con la prosodia de acuerdo con recientes investigaciones.

Dado que la prosodia desempeña un papel importante en la enseñanza oral, se definen a continuación sus elementos para una mejor comprensión del lector.

El acento es un componente que da relieve a unos sonidos sobre otros en las palabras, diferenciando entre sonido tónicos, que son aquellos que llevan una prominencia sobre los atónicos que tienen un tono más bajo, dando sentido a las palabras dependiente al idioma y al entorno cultural que pertenece.

Los acentos por otra parte permiten reconocer el sentido que conllevan las frases, es decir, si refieren a una declaración o a una pregunta, dado por el tono de los acentos que la componen.

El ritmo se refiere a la percepción que se produce por la repetición regular de las sílabas, que en español, por lo general tienen duración similar dando ese compás característico.

La entonación es la sucesión de sonidos marcados por distintos tonos, en otras palabras, la melodía del habla. Sus funciones son dar coherencia al mensaje, permitir diferenciar frases, conocer las intenciones de quien se comunica, su estado de ánimo y dar estructura a la información para ser interpretada.

Por ello, el conjunto de estos elementos puede impactar en la efectividad del comunicador al dar un mensaje, así como en la interpretación del oyente, tomando en cuenta las características contextuales que influyen en la comunicación.

De acuerdo con esto, si un discurso oral es deficiente en variaciones o señales que le permitan al oyente dirigir su capacidad atencional, puede que su percepción se disperse o el mensaje tenga poca significancia.

Las señales acústicas harán que el oyente destaque los elementos informativos importantes, manteniendo su atención y dando paso a las otras funciones del aprendizaje.

El mantenimiento de la atención en contextos educativos depende en gran medida de la modulación de la voz del docente, ya que una entonación monótona tiende a generar una disminución progresiva del interés auditivo.

Por el contrario, la entonación expresiva actúa como un mecanismo que renueva el foco perceptivo, facilitando el seguimiento del contenido y evitando la fatiga cognitiva.

Si la atención permite el acceso inicial a la información, la memoria es el sistema que posibilita su almacenamiento y recuperación. En este sentido, la prosodia también desempeña un papel relevante en la retención del mensaje verbal.

Aplicaciones pedagógicas de la prosodia.

La conciencia prosódica no sólo tiene implicaciones en la enseñanza oral, de acuerdo con Torres-Bustos, Riffo-Ocares, y Sáez-Carrillo (2022) también se ha determinado que infantes con deficiencias en estas habilidades se ven afectados en capacidades de comprensión lectora, lo que muestra un impacto en estas otras formas de aprendizaje y en su desempeño escolar general.

Esto refleja la importancia de las habilidades fonéticas en todo el proceso de aprendizaje, incluyendo las propias de los estudiantes en relación con la información y los distintos canales de comunicación.

En este sentido, las habilidades prosódicas no sólo tienen un impacto neurocognitivo sino también uno psicológico, especialmente en infantes.

En el estudio realizado por Paulmann y Weistein (2022) donde se compararon distintos tonos de voz de maestros pregrabados, aquellas voces con tono controlador mostraron peores resultados en competencias educativas en los infantes, así como menor satisfacción, en comparación a aquellas voces que fomentaban la autonomía o con tono neutro.

La prosodia debe ser vista como un instrumento activo para la pedagogía, la modulación en la voz activará la percepción de los estudiantes.

La práctica de una adecuada entonación, variación en volumen de voz y el uso de pausas generará una mejor dinámica en la relación pedagógica caracterizada por menor fatiga para el docente y para el estudiante.

Esto actúa como una guía interna que le indica al oyente dónde comienza y termina una unidad de sentido, cuál información debe considerarse central y cuál secundaria.

Tal como señalan Ots y Taremaa (2022), esta segmentación facilita la construcción mental de “bloques de significado” que los hacen más coherentes, lo cual favorece tanto la comprensión inmediata como la recuperación posterior de la información. En otras palabras, la prosodia ayuda a que el estudiante entienda de manera organizada.

Como se menciona anteriormente, estas habilidades fonéticas permiten al oyente interpretar aspectos emocionales que conllevan los mensajes, por lo que influyen en el vínculo con el comunicador, un ambiente emocional favorable dentro del aula fomentará el aprendizaje.

En la práctica, un docente que modula su voz para comunicar cercanía, seguridad y claridad promueve un aprendizaje más significativo que aquel que transmite neutralidad o distancia emocional. De esta manera, resulta fundamental que los docentes desarrollen conciencia prosódica, es decir, la capacidad de reconocer y ajustar el uso de su voz en función del objetivo pedagógico.

Se sugiere al docente la práctica regular de una entonación expresiva, la gestión de las pausas y la regulación del ritmo, para así fomentar la comprensión del mensaje en sus estudiantes, reduzca la fática y generar una relación comunicativa beneficiosa que contribuya a un ambiente pedagógico adecuado.

Las investigaciones revisadas demuestran que los docentes que emplean una prosodia variada y consciente logran mantener el interés del estudiante por períodos más prolongados, favorecen la comprensión y facilitan la memoria.

A su vez, la prosodia no solo beneficia la enseñanza oral, sino que se relaciona con otros procesos como la comprensión lectora y aspectos psicológico, lo que refleja su relevancia transversal en el desarrollo cognitivo, académico y emocional.

Tener en cuenta estos aspectos en el propio uso del discurso oral como docente y por otro lado en el contenido de los programas curriculares, para que los estudiantes puedan adquirir estas habilidades relacionadas con otras capacidades es importante para los paradigmas educativos actuales.

Por estas razones, se vuelve necesario promover una formación docente y el desarrollo de guías de práctica que incluya el trabajo prosódico de la voz, no como un elemento estético, sino como una herramienta pedagógica estratégica que contribuye directamente a la calidad del aprendizaje.

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